Perfil Tras vender el Banco Monex a Consorcio en US$25 millones en 2009, el empresario Jacques Ergas ha diversificado sus apuestas. Desde los vinos, pasando por proyectos inmobiliarios, la gastronomía y, ahora último, la producción de queso de cabra.
La vida de un ex banquero en Chile
Un perfil de JULIÁN MAZZUCCO E.
DE banquero no le queda nada, salvo la billetera. No hay corbata ni pañuelo. Jacques Ergas, quien vendió el Banco Monex al grupo Consorcio, viste de negro. Pantalón, polera y un suéter de cuello redondo. Al estilo Steve Jobs.
Su vida dio un giro tras la venta del banco por US$25 millones en 2009. Hoy, según el mismo comenta, invierte donde quiere y busca negocios que tengan un sentido distinto, sin esperar las rentabilidades a las que aspiraba cuando estaba en el negocio financiero. “Cuando uno está en la etapa de la vida que yo estoy, uno empieza a privilegiar lo que le gusta. Soy menos exigente respecto a la rentabilidad. Ahora hay otro valor”, comenta Ergas. Siempre fue, tal como el mismo comenta, un empresario sui generis. Un veterinario a la cabeza de un banco, y hoy un inversionistas que se da el lujo o tiene la suerte de invertir en lo que le gusta.
Siempre de bajo perfil, es apasionado por la filosofía, apegado a su religión, el judaísmo, y aún mantiene su interés por la finanzas, no obstante, ya no se desvela por ello. A pesar de su pasado, no invierte en acciones ni renta variable. Busca inversiones concretas. “No tengo esa habilidad de comprar acciones de empresas”, sostiene.
Prefiere no profundizar en los casos que han involucrado a conocidos empresarios. “No pertenezco al Club de Golf; está claro que la información privilegiada era re importante”, dice. Y añade: “Un país que va a 100 km/h no ve pasar las señales, ahora un país que va a 30 km/h ó 40km/l sí las ve. Y parece que vamos a ver varias más. La combinación de la situación económica más los casos que han surgido no se suman, sino que se multiplican. Estoy inquieto”
Pero Jacques Ergas está en lo suyo. Este mes recibió la aprobación del anteproyecto de un local gastronómico que espera levantar en Av. Manuel Montt 260, en una propiedad que lleva años en manos de su familia. Se trata de un restaurante en el cual ya tiene tres posibles arrendatarios.
En este proyecto cuenta con la ayuda de su amigo Marcos Kaplun, socio y director de Kayco International Group. Además, pero ahora junto a Micael Goldsmicht, Ergas levantó un edificio de estacionamientos en Manuel Rodríguez con Compañía, a una cuadra de la Ruta 5 Sur, y construye una torre de departamentos también en el centro de Santiago.
No obstante, estos no son los negocios que más lo apasionan. Al hablar de su pequeña viña en Sierras de Bellavista o de su último emprendimiento de fabricación de quesos, Ergas cambia su actitud.
Desde que tenía cinco años, este empresario veranea en Sierras de Bellavista, en el Valle de Colchagua. Hoy tiene una casa ahí y cien hectáreas. “Es un lugar muy especial, es el secreto mejor guardado de Chile. Un día, un enólogo bellavistino me dijo que tenía la idea de que los mejores blancos se daban en zonas como ésta”, recuerda. Tras esa conversación, hicieron la prueba con Riesling y funcionó.
Ya tiene ocho hectáreas de viñedos y sus botellas se pueden conseguir en el restaurant Astrid y Gastón y en el Hotel Hyatt. Pero es un negocio boutique, y así se quedará.
“Es el vino para mí, no yo para el vino”, enfatiza Ergas.
Más al sur, y a un lado de la casa de uno de sus ex compañeros de veterinaria, instaló un nuevo proyecto. Una lechería y una fábrica de quesos de cabra que comenzará a operar junto con su grupo de amigos de la U. de Chile. Así el vino, sea Riesling o Pinot Noir de su viña, se maridaría con queso de cabra o feta de Chillán.
“Un país que va a 100km/h no ve pasar las señales. Uno que va a 30 km/h sí las ve, y veremos varias más”.
“La combinación de la situación económica más los casos que han surgido, no se suman, se multiplican”.
Fuente: El Pulso
Fecha: 24 de Abril de 2015